Los caras rotas
- Xabier Gutierrez Zugazartaza
- 10 mar 2022
- 2 Min. de lectura

Que tienen en común la Primera Guerra Mundial y la última operación de cirugía estética del famoso de turno. Pues más de lo que creéis, pero eso sí, el origen es bastante más oscuro y triste. Es verdad que la cirugía estética existe desde mucho antes que este conflicto. Hay evidencias científicas desde el antiguo Egipto, donde se hacían diferentes cirugías para embellecer diferentes atributos, como la nariz, por ejemplo. Pero es verdad que el avance más significativo fue en la Gran Guerra.
Este conflicto que se dio entre 1914 y 1918, fue el ejemplo perfecto de guerra masiva e industrializada, donde las nuevas invenciones hicieron hueco en un contexto en el que la guerra seguía haciéndose como en el siglo XVIII y XIX. Lo que comenzó con grandes cargas de infantería y caballería hacia las ametralladoras, terminó siendo una guerra con tácticas modernas y con nuevas invenciones como el tanque, que marcarían un nuevo modo de hacer la guerra.
El arma más letal fue la artillería, la cual se usó masivamente y creó paisajes lunares totalmente dantescos, sin ningún tipo de vida en el que sólo sobrevivían las ratas que se alimentaban de los cadáveres de soldados en descomposición que quedaban en tierra de nadie. Esta artillería evolucionó muchísimo para ser más mortífera. Las esquirlas de metal y la metralla desgarraban la carne de los pobres soldados que se ocultaban en las trincheras. También las ametralladoras influyeron en esto, ya que impregnaban todo el campo de batalla de un enjambre de balas que volaban en todas direcciones. Y obviamente gran parte de las heridas eran debido a impactos en los rostros de estos pobres hombres.
Este tipo de heridas eran horribles. Hay una extensa lista de fotos en internet que si las buscáis se os quitarán las ganas de comer en mucho tiempo. Hombres sin nariz, sin mandíbula o con los ojos deformados. Eran los llamados caras rotas. Hubo mutilados de todo tipo la verdad, pero las heridas en la cara eran lo peor. Si terminabas sin una pierna, no trabajarías y tendrías una pensión, pero los caras rotas eran marginados por la sociedad. Sus deformes rostros hacían que mucha gente les diera miedo y no se acercaran y muchos terminaron en el alcoholismo o suicidándose. Muchos de ellos empezaron a usar prótesis faciales, y hubo talleres en los que recreaban narices, mejillas y mandíbulas para que no fuera una visión tan agresiva.

Y fue en este contexto en el que un médico neozelandés, Harold Gillies, cogió notoriedad. Este ayudó a los soldados que quedaban marcados en el rostro, y consiguió regenerar y arreglar muchas de las mutilaciones faciales de estos soldados. Los avances fueron impresionantes, y gracias a eso, muchos pudieron rehacer sus vidas, que de otro modo habría sido imposible. En total se dice que pudo curar más de 7000 mutilaciones faciales, y gracias a su labor se le concedió el título de caballero o sir. Este puso en gran medida las bases de lo que es ahora la cirugía plástica por lo que si algún día veis a alguien con la nariz retocada acordaos en este doctor y en todos los hombres a los que ayudó, después de uno de los peores conflictos que asoló la Tierra.
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