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Los buques negros de Perry

  • Foto del escritor: Xabier Gutierrez Zugazartaza
    Xabier Gutierrez Zugazartaza
  • 10 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 6 jul 2021



Japón es un país lleno de exotismo, sobre todo para los occidentales. El sushi, los samuráis, los cerezos en flor, el manga y anime, las katanas, las avenidas repletas carteles publicitarios luminosos, y un largo etcétera son los culpables que nos llame tanto la atención todo lo relacionado con el país del sol naciente. Pero a pesar de que ahora mismo, Japón sea una potencia económica exportadora de productos y de cultura también, históricamente no ha sido así. El país nipón ha sido un país muy hermético y cerrado al comercio y a las influencias occidentales hasta prácticamente antes de ayer.


En el siglo XVI los europeos empezaron a tener contactos con los nipones a raíz de sus expansiones imperiales. En ese contexto, las naciones europeas con más relevancia eran España y Portugal, los cuales controlaban territorios en la zona, como Macao por parte de los portugueses y Filipinas por parte de los españoles. Estos tuvieron varios contactos económicos con el país del sol naciente, e incluso enviaron varios misioneros católicos.


El problema es que, en aquella época, el poder de Japón estaba en manos del clan Tokugawa, que quería establecer un control absoluto y centralizado del país. Estos no veían bien que las potencias europeas interfirieran dentro del país con sus misioneros, y viendo que el factor religioso y cultural era crucial para mantener la cohesión del territorio, suprimió la mayoría de los contactos con las potencias occidentales. También hay que añadir que los españoles controlaban las Filipinas, y los portugueses Macao, por lo que también fue el miedo a una invasión a lo que cerro el país entero.



Solo comerciaban con unas pocas naciones asiáticas, y también con los holandeses, que fueron los únicos europeos en poder comerciar, y solo se les permitía comerciar en una isla llamada Dejima, que estaba en la bahía de Nagasaki. A esta política de aislamiento se le llamo Sakoku, y fue al fin y al cabo un elemento defensivo al expansionismo europeo. Esta política estuvo vigente durante dos siglos, y todo termino cuando el Comodoro Perry, almirante de la armada estadounidense, llego con sus barcos de guerra, los cuales eran llamados buques negros por los nipones. Arribaron al puerto de Edo, actual Tokio en 1858, y estos obligaron a los japoneses abrir el comercio a los occidentales, rompiendo así 200 años de aislamiento.



 
 
 

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